viernes, 25 de enero de 2008

Trabajadora independiente: cómo lograrlo y no morir en el intento

No todos tenemos la capacidad, o las ganas, de trabajar en una empresa, cumpliendo horarios, soportando a un jefe cero idóneo, pero con ganas de mandar. En fin, creo que el mundo laboral se divide entre los trabajadores en relación de dependencia y los emprendedores, aquellos valientes que se animaron a estar a un lado, un poquito, del sistema.

Claro que existen otros tipos de trabajadores, los free-lance, los teletrabajadores, que no cumplen horarios y se sienten más libres en sus decisiones. Aunque sí dependen de que alguien les quiera firmar un contrato, o a lo sumo continuar dando trabajo.

Si te sentís cansada de compartir días enteros con personas que nada tienen que ver contigo, que no te respetan, que no te dejan crecer, es el momento de cambiar y dar el gran salto; y así ser tú misma tu propio jefe. Claro que la incertidumbre estará rodeándote un tiempo, hasta que te establezcas y puedas conformar la empresa de tus sueños. Con altos y bajos, por supuesto.

Para comenzar un emprendimiento de forma independiente -esto es: trabajo por proyecto, consultaría, trabajo free-lance, negocio propio- se requiere de: objetivos claros, planificación, energía, perseverancia, proyectarse hacia el futuro, autonomía, autoconfianza, creatividad y, siempre, una actitud positiva.

Todas estas aptitudes, aunque parezca poco, suelen ser el principal impulso para empezar a ser otra, en este caso, una trabajadora más libre.

Teletrabrajo: el futuro está llegando

El trabajo ya no es lo que años atrás. Antes era común que una persona trabajase toda su vida en una empresa, hoy estar más de cinco años en una se ha transformado en una utopía. Tampoco los contratos son los mismos, hoy no aseguran la continuidad y así el empleo se hace cada vez más inestable. El crecimiento abismal que vivió la tecnología ha proporcionado nuevas formas de trabajo.

Las TIC?#8364;™s (Tecnologías de la información y la comunicación) se han instalado en la vida cotidiana, lo cual devino, entre otras cosas, en una nueva modalidad de trabajo, en la que la tarea se realiza a distancia: el teletrabajo.

Esto, a su vez, da lugar a la “oficina móvil”, siendo fundamentales herramientas la computadora portátil y el celular. A su vez existen varios tipos de trabajadores: los que desempeñan sus tareas desde sus casas, manteniéndose ligados a una compañía en relación de dependencia; y aquellos que descubrieron que pueden trabajar por su cuenta sin necesidad de instalarse en la oficina de una empresa, lo cual implica realizar las tareas en la comodidad del hogar, en un bar o desde lo deseen.

Las empresas que más aplican esta modalidad son las que se dedican a los servicios, mientras que las constructoras, los comercios y los hoteles, necesitan de la presencia física de los empleados, por lo que sólo pueden implementar este sistema en algunos cargos gerenciales. Las actividades independientes que se desarrollan más comúnmente son, entre otras, las asesorías, el diseño gráfico, los estudios de mercado y los relevamientos de datos.

Esta especie de panacea que ofrece el teletrabajo es, en principio, la posibilidad de realizar las tareas en el hogar, yendo a la oficina de forma esporádica, o incluso nunca, lo que permite una mayor disponibilidad del propio tiempo y la posibilidad de estar más en contacto con la familia, o con las cosas que a cada cual le interesen.

Puede que esta modalidad acarree algunos inconvenientes, como: el progresivo aislamiento, la tendencia a trabajar en cualquier momento (no distinguiendo el límite entre ocio y trabajo), y los problemas derivados de no poseer contratos claros con el empleador.

Pero esta nueva forma de trabajo ha dado la posibilidad a las mujeres de poder ocuparse de su familia, acomodánsose sus horarios. Sin embargo, un informe sobre el empleo, de enero de 2001, de la Organización Internacional del Trabajo reveló una “brecha digital de género” donde las mujeres están poco representadas en los empleos relacionados con las nuevas tecnologías (esto es en países desarrollados y en vías de desarrollo).

Por ejemplo, al dedicarse al teletrabajo las mujeres corren el riesgo de que sus ocupaciones laborales sean invisibles al igual de cómo ha sucedido por años con las tareas domésticas, y de esta manera sus derechos como trabajadoras se ven truncos, con pagas mínimas, pocas posibilidades de desarrollo y mejora en su oficio o profesión y ninguna seguridad social o de .

Asimismo, este tipo de trabajo no trae aparejado un cambio en la división familiar de las labores cotidianas: los hombres continúan evitando las tareas domésticas y las mujeres siguen haciéndose cargo de más tareas que implican entre una doble o triple carga. El futuro llegó, el empleó cambió y las mujeres nos estamos adaptando, como siempre.

Internet en el trabajo: del uso laboral al personal

Mientras que por un lado Internet es una herramienta muy útil para trabajar, por el otro representa una amenaza a las empresas por el indebido uso que le dan sus empleados. Ya en varios países esto representa un problema, porque un gran porcentaje del personal dedica varias horas de trabajo a usar el correo electrónico o a navegar en páginas web por motivos personales.

Antes se abusaba del teléfono, aunque su control era más fácil, pero la incorporación masiva de las nuevas tecnologías de la comunicación hizo que el correo electrónico y la navegación por páginas web sean las pérdidas más importantes de tiempo útil de trabajo.

Por esta razón muchas empresas, en busca de mejorar la productividad y prevenir usos dudosos del e-mail o Internet, controlan hoy las máquinas de sus empleados. Como toda herramienta que se incorpora a una compañía Internet, el correo electrónico o los programas de mensajería instantánea, requieren una etapa de educación previa. Esto es así porque el mayor problema que trae aparejado el uso deficiente de estos recursos es el aumento de los costos fijos. Otra de las consecuencias ocultas es la disminución en la productividad.

Por ejemplo, el uso incorrecto del e-mail además de colaborar con la saturación del ancho de banda de los enlaces digitales de la empresa puede resultar perjudicial también para su imagen corporativa; esto es así cuando un empleado usa la dirección de su empresa para enviar mail con chistes racistas o pornográficos o incluso cadenas de ayuda a desconocidos.


Existen aplicaciones que generan una lista con el tiempo que se pasa en una dirección de la web, mientras que otras analizan las direcciones de mail con las que se mantienen relaciones más asiduas. Cuando se toman estas medidas, se lo puede hacer de dos maneras: controlando al empleado sin decirle nada o simplemente controlarlo y poner en sus manos -o en una cartelera- los resultados del control. Se recomiendan las cuestiones preventivas que las punitivas, ya que no causan un enfrentamiento con el empleado, y a su vez lo mantienen al tanto de su condición.

Es un hecho ya que todos los empleados con acceso a Internet en la oficina navegan en ocasiones por cuestiones personales. Puede ser que comiencen buscando información relacionada con el trabajo, pero a medida que pasan de un link a otro por las páginas web, terminan en sitios que tienen que ver más con sus intereses personales que laborales.

La solución es simple y radica en que los empleados deben ser más equitativos entre el uso personal de la Web y las tareas habituales en el trabajo, para así no afectar la productividad, la moral o los resultados de la compañía.

Cómo conseguir el trabajo soñado

Trabajar de los que nos gusta, estar en el ambiente adecuado a nosotros, tener posibilidades de crear y de progresar (económica y profesionalmente), en fin, conseguir el trabajo ideal, es la meta de muchas personas.

Esto requiere emprender un camino difícil, en ocasiones obstaculizado, pero no por eso imposible. No hay nada mejor que trabajar en un ámbito donde todos nuestros sueños se vayan cumpliendo a medida que vamos creciendo como profesionales.

Todos en algún momento de nuestras vidas llegamos a estar en la encrucijada de quedarnos en el empleo que nos garantice una entrada económica estable o elegir encarar un emprendimiento o puesto laboral perfecto, que tenga que ver con nuestros talentos y motivaciones.

Pero pasa que muchas veces el miedo nos lleva a quedarnos donde estamos, y no pasamos a ese lugar que en realidad anhelamos. El problema es que esta elección, o no elección, nos predispone a padecer trastornos psicosomáticos. La frustración cobra protagonismo en nuestra vida, y el sueño de hacer eso que queremos se transforma en una utopía.

A continuación conoceremos algunas sugerencias para lidiar con estos miedos y dificultades que todos debemos afrontar en el ámbito laboral.

Antes que nada tener bien en claro qué se quiere. Aunque parece algo obvio, no lo es. Muchos jóvenes no saben con claridad qué quieren, y por eso es fundamental detenerse un instante a reflexionar que nos gustaría hacer, bajo qué condiciones laborales nos gustaría trabajar (en relación de dependencia o de forma independiente), etc. Porque cuanto más clara sea la imagen de nuestro deseo, más confianza y energía se sentirá y así será más fácil poner manos a la obra.

Luego hay que actuar y comprometerse con uno mismo. Es decir, comprometernos a cumplir con lo encarado. Se recomienda diseñar un plan de acción, como: mandar currículums, concertar entrevistas, conversar con profesionales del ámbito de nuestro gusto e insisitir. De esta manera, se irá adquieriendo de forma gradual confianza y un gran deseo de querer concretar.

Otro consejo: hay que motivarse. Por ejemplo, leer biografías de líderes, estrellas del espectáculo, deportistas, etc., para así conocer las dificultades que atravesaron para llegar al éxito profesional. Eso nos da valor e ideas de cómo enfrentar nuestro sueño.

Por último, se debe tener en cuenta la insistencia. Nada se da de la noche a la mañana. La perseverancia es fundamental; quien persevera, triunfa.

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