lunes, 5 de noviembre de 2007

La movilidad laboral provoca escepticismo

La movilidad laboral es un tema que no ha calado muy hondo entre los españoles, ni entre los europeos, aunque entre estos últimos sí que tiene una mayor aceptación. El año 2006 fue declarado por la Unión Europea como año europeo de la movilidad de los trabajadores. Así se daba respuesta a una realidad en el día a día de la Unión: uno de cada tres europeos se ha trasladado de su región de origen al menos una vez. De ellos, el 25 % ha encontrado trabajo en su país, el cuatro % en otro Estado de la UE y el tres % fuera de la Unión.

Con esta medida, se buscaba promover la sensibilización de todos sobre los derechos de libre circulación de los trabajadores entre los estados miembros y sobre las posibilidades existentes en cuanto a movilidad geográfica y profesional. Una de las iniciativas puesta en marcha durante el pasado año fue la creación de la web European Job Mobility Portal (de la red Eures). En ella se ofrece información, asesoramiento y servicios de contratación y colocación, tanto para unos como para otros.

Por su parte, el IESE, la consultora de Creade y Sagardoy Abogados han elaborado el Libro Blanco sobre las Mejores Prácticas en Movilidad Geográfica Nacional e Internacional de Trabajadores, cuya dirección ha corrido a cargo del profesor José Ramón Pin. En él se realiza una radiografía de esta cuestión tanto en España como en el resto de Europa.

Aceptación baja

Pese a las recomendaciones vertidas en el Libro Blanco sobre las ventajas de la movilidad, ésta sigue siendo poco aceptada entre los europeos. El informe sostiene que el 59 % de los europeos desempleados que se trasladaron de país encontraron trabajo en su nuevo destino. El 25 % de quienes se mudaron sigue en el paro y el 16 % restante está inactivo.

Un 70% de los trabajadores del continente se muestran reacios a trasladarse en el futuro. De ellos, los más opuestos a dar este paso son las mujeres, las personas de mayor edad y las que tienen menores niveles de formación.

En Francia, Holanda y Portugal es donde se encuentran los trabajadores más dispuestos a moverse (80 %). En España, dicha proporción disminuye hasta el 13 %. Los motivos son el alto precio de la vivienda, los grandes lazos familiares existentes, la cultura propia, la ausencia de políticas públicas que animen al traslado y el pánico a la inestabilidad del empleo.

El papel de las instituciones públicas

En el Libro Blanco del IESE se analiza qué papeles juegan las diferentes instituciones en el tema de la movilidad laboral. Así, tanto el gobierno como las administraciones públicas pueden crear condiciones para reducir los frenos para moverse geográficamente y potenciar los factores que la impulsan. «En el caso de España, por ejemplo, la mejora de la oferta de viviendas o de la educación de las personas», sostiene.

Igualmente pueden facilitar incentivos fiscales, potenciar sistemas que mejoren la acogida de foráneos, promocionar sus territorios como lugares en los que hay oferta cualificada de trabajo, ayudar a crear un clima favorable a la integración social y la cultura de la diversidad, etc.

La postura de los sindicatos debe orientarse hacia la negociación de convenios colectivos que tengan en cuenta esta movilidad y que la promocionen.
Y el papel que pueden jugar los propios trabajadores también resulta fundamental. Ellos mismos han de tomar la iniciativa para ir de un lugar a otro. «Mejorando su formación para reducir barreras como la falta de conocimiento de idiomas u otras competencias. Creando familias dispuestas a aceptar la movilidad como un proceso de mejora».

El área empresarial

Capítulo aparte merecen las empresas. Y, de hecho, el informe estudia, sobre todo, el papel que juegan. Para ello, los autores han mantenido varias entrevistas con diferentes compañías españolas, cuyas iniciativas en este ámbito resultan innovadoras.

Las medidas aplicadas por las firmas van desde el pago de dietas por desplazamientos (cuando no son muy largos) hasta las primas sobre el sueldo por el traslado de residencia. Las ayudas también se extienden, en algunos casos, a las mudanzas, el pago de los gastos de la inmobiliaria al buscar una nueva vivienda, el apoyo en la hipoteca o la oferta de un proceso de outplacement para el cónyuge que tiene que dejar su trabajo en otra empresa.

Las empresas deben convencer a sus empleados de la oportunidad que el traslado supone para el desarrollo profesional. Un buen inicio es publicar en la intranet de la compañía la oferta de puestos existentes, los perfiles y competencias necesarias, así como los beneficios y ayudas asociadas a los traslados.

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